Cómo ayudar a nuestros hijos emocionalmente después del Huracán Harvey

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Desesperación, cansancio, incertidumbre, preguntas sin respuesta, preocupación y miedo – son sólo algunas de las palabras que mis hijos usaron para describir estos últimos siete días de nuestras vidas.  Ayer fue el primer día en el que pudimos regresar a nuestra casa caminando, después de qué milagrosamente no se inundara como lo hicieron miles y miles de hogares en Houston. A pesar del cansancio y de sentir el cuerpo todavía raro, puse la mesa, cociné lo único que había en la despensa y traté de regresarle a mis hijos un poco de normalidad al sentarnos a cenar juntos.

Estos últimos siete días empezaron con escepticismo al no saber si el huracán Harvey nos afectaría directamente y con unos cuantos encerrones en el closet por amenazas de tornados; nada que no hubiéramos vivido antes. Después la preocupación fue escalando cuando la lluvia no paraba, el pronóstico del tiempo no traía esperanzas y toda esa normalidad desapareció por completo cuando decidimos dormir todos juntos en el mismo cuarto, debatiendo si debíamos de hacerlo en el primer piso, con riesgo a una inundación, o en el segundo piso con riesgo de tornado.  

De pronto, una conferencia de prensa en la televisión nos paralizó al anunciarse que abrirían las compuertas de dos presas muy cerca de nuestra casa a las 2 de la mañana para empezar a soltar agua de manera controlada, y así evitar que éstas se rompieran afectando aún más a la ciudad.

Foto por Raymond Harkness

Foto por Raymond Harkness

Un señor de camisa azul actualizaba la lista de colonias que serían afectadas e inundadas. Nunca imaginé que nuestra colonia sería mencionada, cuando escuché su nombre con todas sus letras, sentí escalofríos en el cuerpo y ahí empezó un torbellino de decisiones.

¿Nos iremos de la casa o nos quedamos en el segundo piso? ¿Para cuántos días tenemos agua y comida? ¿Subirá el agua al segundo piso? ¿Podremos sacar el coche? Si nos salimos, ¿a dónde nos vamos? Todos nuestros amigos están en la misma situación, ¿será más peligroso manejar con estas inundaciones que quedarnos?

De pronto, el agua de las calles subió y subió. El ver como poco a poco se iba acercando a nuestra casa por la calle de adelante y por un río en la parte de atrás, emocionalmente me rebasó, lo único que quería era salir de ahí. El sacar el coche ya no era opción, pero salir caminando sí. Había que decidir rápido qué hacer. Mis hijas nos rogaban irnos, mi hijo sólo nos observaba sin entender el por qué Mamá y Papá no le daban instrucciones claras de qué hacer como siempre lo hacían y hasta nuestro perro empezó a llorar.

La realidad es que ya ninguno de los seis nos sentíamos seguros ahí y fue por eso que decidimos salirnos. Emocionalmente es muy fuerte ver cómo tu casa, ese lugar sagrado que te acoge todo los días, se transforma en un lugar inseguro del que debes huir.

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Siempre nos hemos sentido muy afortunados de los amigos que tenemos en Houston, pero después de esta experiencia, estos amigos son aún más valiosos para mí. Todas las personas que nos ayudaron se fueron apareciendo como angelitos, salvándonos en cada etapa de estos 7 días. 

Carlos, el gran samaritano que vino por nosotros y nos sacó de la casa, dejando a su familia sola después de también haber sido evacuados, para simplemente salir a ayudar. Kirsten y Erik que nos recibieron el primer día en su casa, en la cuál sólo pudimos estar una noche ya que amanecimos con las calles inundadas y tuvimos que evacuar de ahí también. Bernardo y Carlos, que sin cuestionarlo vinieron por nosotros desde Woodlands y Susana que nos recibió en su casa y nos dio comida y dos días de normalidad que mis hijos y yo nunca olvidaremos.

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Hoy, después de la tormenta, mi corazón explota de agradecimiento por haber podido regresar a mi casa y haber tenido la suerte de que no se inundara y poder poco a poco sentirla como ese lugar sagrado de nuevo. Sin embargo sé que miles de familias en Houston no pueden decir lo mismo.

De todas las llamadas y mensajes de apoyo que recibí, hubo una muy especial que jamás imaginé. Una muy querida prima de mi esposo que es psicóloga, me llamó preocupada por la situación emocional de mis hijos al haber vivido esta experiencia y me dio varias recomendaciones de cómo ayudarles a verbalizar y procesar estos días de incertidumbre y preocupación.

Es por eso que hoy les comparto esas valiosas recomendaciones que me dio la psicóloga Ariadne Papacostas, egresada de la UNAM, con maestría en psicología del California Institute of Integral Studies:

"Los desastres naturales pueden tener un impacto emocional fuerte en quienes son afectados por ellos. Estos eventos alteran nuestras creencias acerca de nuestra seguridad y el grado de control que tenemos sobre ella. Los niños no son la excepción ante ello."

He aquí unas cuantas sugerencias que pueden ser útiles para ayudar a los niños, y también a los adultos a lidiar con el evento:

  • Identifiquen por lo menos una persona en quién confíen y con quien puedan hablar acerca de su experiencia del desastre natural.
  • Ofrézcanse a otros como una persona que está dispuesta a escucharlos con una actitud de aceptación, curiosidad y calidez.
  • Háganles entender que sus sentimientos de tristeza, miedo, preocupación, enojo, entre otros, son normales. Que entiendan que no hay una prohibición a sentir.
  • Exploren una variedad de recursos creativos y hagan uso de aquellos que les ayuden a procesar el evento. Por ejemplo, pueden hacerlo a través del juego, dibujo, escritura, lectura, danza ó canto que tengan como tema el desastre natural.
  • Asegúrenle a sus hijos que los adultos harán todo lo posible por mantenerlos a salvo.
  • Identifiquen y hagan uso de comportamientos accesibles que les ayuden a sentirse cómodos y tranquilos. No se apenen, ni humillen a otros si eligen algo que hacían cuando eran más pequeños, como abrazar un osito de peluche.
  • Monitoreen patrones incluso si el evento ya ha terminado. Identifiquen cambios en el área del sueño, alimentación, escuela, trabajo, sociales y emocionales.
  • Consideren consultar con un psicólogo.

Los libros son también un gran recurso, sobre todo para los niños. Aquí les comparto la lista de recomendaciones para niños y adultos después de desastres naturales, en especial inundaciones:

Para niños de 2 años en adelante:

Para niños de 3 años en adelante:

Para niños de 5 años en adelante

Para adultos:

Sé que nos queda a todos un camino largo que recorrer y ahorita toda nuestra fuerza y energía está enfocada en limpiar y reconstruir todo lo que perdimos para poderle dar a nuestras familias ese hogar que tanto anhelan de regreso.

Sin embargo, en mi caso, es la primera vez que mis hijos me ven sin respuestas, sin un plan claro de acción, con una preocupación máxima por mantenerlos a salvo sin saber exactamente cómo. Es por eso que en mi casa habrá una labor de reconstrucción emocional para que mis hijos se sientan a salvo de nuevo y quiero asegurarme también que aprendan a verbalizar sus sentimientos en situaciones tan traumantes como esta y les quede como una herramienta de vida para cualquier situación que enfrenten en el futuro.

Mi corazón sigue roto por la devastación de la ciudad de Houston. Ojalá estas recomendaciones y libros les ayuden a ustedes tanto como a mí, a darle herramientas a sus hijos para poder procesar esta experiencia.

En medio de tanta incertidumbre, lo único que sé es que como Houstonianos no vamos a descansar hasta ver nuestra ciudad reconstruida de nuevo, porque así somos los que vivimos en Houston, gente de todo el mundo, unida y fuerte.

#Houstonstrong