Cómo la técnica de la curiosidad de Meghan Leahy me ha ayudado en esta pandemia

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“Si no han vivido un momento de ruptura o explosión emocional durante esta pandemia, probablemente no están poniendo suficiente atención.”

Estas palabras me llegaron al alma cuando las escuché de Meghan Leahy, columnista para el Washington Post en temas de parenting y escritora de varios libros del mismo tema.

Hace un par de semanas, gracias a Responsibility.org, un grupo de blogueros y yo tuvimos la magnifica oportunidad de tener una sesión por zoom con Meghan acerca de cómo sobrevivir al caos de ser padres durante esta pandemia, ahora con el regreso a clases.

Y es que claro, esta pandemia nos tiene a todos viviendo en la orilla de nuestros asientos, y después de seis meses seguimos evolucionando con ella. Sin embargo, como mamá de adolescentes independientes en temas escolares, hemos vivido meses difíciles y de muchos cambios, pero no necesariamente caóticos. Sin embargo, estas palabras de Meghan me hicieron reflexionar:

¿Estoy segura de que mis hijos están bien? ¿Esta supuesta calma significará que realmente no les estoy poniendo la atención suficiente?

En esta aventura de ser mamá tengo dos momentos muy claros: Uno fue cuando cargué por primera vez en mis brazos a esa inocente y frágil personita y me cayó el veinte de que dependía totalmente de mí para sobrevivir. Y el segundo ocurrió varios años después cuando me di cuenta de que esa misma personita era un ser independiente que toma sus propias decisiones, y ya no era una extensión de mí.

Momentos muy fuertes los dos.

Y es que ahora que mis hijos están en la adolescencia mi rol cambió sin darme cuenta. De ser la CEO de “su empresa” y tomar todas y cada una de las decisiones para el bienestar de mis tres hijos, ahora paso al rol de consejera dejándolos a ellos llevar las riendas de cada una de sus “empresas” personales. Eso no significa que no existan reglas, las hay y son muy claras, sin embargo, no me queda de otra más que confiar en la visión y misión de vida que prestablecimos juntos, siendo ahora ellos quienes toman sus propias decisiones sin que mi opinión sea necesariamente la última palabra.

El rol de consejera lo he aprendido a disfrutar y ahora me gusta. Mi pasado como CEO de repente me traiciona, pero trato de regresar rápido a mi nueva posición. Me encanta estar en primera fila viendo cómo crecen y se convierten en adultos. Una experiencia muy emocionante.

Sin embargo, esta plática con Meghan me hizo reflexionar en lo difícil que es ahora el darme cuenta del verdadero bienestar de mis hijos. Las “amenazas” son silenciosas. Por supuesto que como padres tenemos un sexto sentido que nos dice cuando algo no está bien, pero hay días que extraño los berrinches que hacían mis hijos de chiquitos.

Extraño el saber claramente y sin lugar a duda, que ese grito despavorido significaba que estaban frustrados por no conseguir lo que querían, que esas lagrimas de cocodrilo combinadas con mocos y palabras chuecas significaba que algo les dolía, qué fácil era saber en ese entonces.

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Ahora mientras escribo este post en una casa silenciosa, me doy cuenta lo difícil que es saber si están pasando por un mal momento y lo tentador que es el seguir avanzando en mi trabajo mientras no escuche ruidos, ya que no tengo a un niño de cuatro años jalándome la blusa para que vaya a jugar con él.

Entonces, mi pregunta a Meghan fue, ¿Como mamá de niños adolescentes, cómo me aseguro de que están bien y de que no están siendo desatendidos por su padres, ahora que todos estamos ocupados trabajando desde casa?

Hoy les comparto las técnicas que me dio Meghan que me han servido muchísimo estas últimas semanas y estoy segura les servirán a ustedes también.

1. Aceptación: Las rupturas están sucediendo.

Ahora que las líneas que definían nuestros roles y actividades se han desvanecido al todos trabajar desde casa, es inevitable el sentir frustración, por lo que es importante aceptar que no todo es perfecto y a todos nos está costando mucho trabajo esta pandemia.

Esta aceptación de que las rupturas emocionales están sucediendo nos abre las puertas a enmendarlas.

2. El pedir perdón:

Estarán de acuerdo que todos cometemos errores. Todos los miembros de la familia tendrán alguna explosión emocional eventualmente, por lo que lo más importante es aprender a pedir perdón. Un perdón sincero, es decir, un perdón sin la palabra “pero” después de oración, que lo invalida al cien por ciento.

“Perdón que te grite, PERO es que no habías recogido tu cuarto”

El solo decir, “perdón que te grite”, lo transforma en una disculpa genuina, una técnica que queremos que nuestros hijos aprendan también.

3. La curiosidad es clave

Cuando tenemos explosiones emocionales con nuestros hijos o parejas, es muy común sentir culpa inmediatamente después. La técnica que recomienda Meghan es que en lugar de flagelarnos por lo que hicimos, seamos curiosos de por qué lo hicimos.

Por ejemplo:

En mi caso personal, he notado en las últimas semanas que mis hijos están especialmente irritables y se enojan por cosas que normalmente no lo hacían alrededor de las 7 de la noche. Esa es la hora exacta en la que yo ya estoy muy cansada del día y se me acaba la paciencia para escucharlos. Muchas veces exploto al querer que simplemente dejen de discutir.

Inmediatamente después siento un remordimiento horrible al darme cuenta de que perdí la paciencia.

Es justo en ese momento en dónde en lugar de pensar que soy la peor mamá del mundo y sentirme fatal, es mejor preguntarme con compasión y una genuina curiosidad el por qué exploté.

¿Será que todos teníamos hambre y la comida no estaba lista? ¿Tendrá que ver que agende las juntas más cansadas a las 6 de la tarde y acabé exhausta? ¿Será que no me desconecto y sigo trabajando desde el teléfono a esa hora en lugar de ya hacerles caso?

Es así como esta técnica nos orienta a la realidad y nos ayudar a mejorar, para que la próxima vez que suceda en lugar de sentir remordimiento, analicemos y evitemos patrones al haber identificado las causas.

4. Juntas Familiares:

La última recomendación, que en lo personal me ha servido muchísimo, es tener juntas familiares como las teníamos al principio de la pandemia. El volver a sentarnos con nuestros hijos cada que podemos y comunicar nuestras necesidades, frustraciones, o celebraciones que cada uno haya tenido en la semana, les da a nuestros hijos un lugar para ventilar todo lo que tengan que decir, y les damos la oportunidad de pedirnos ayuda y sacarlos del silencio. Y así, cuando durante el día no podamos prestarles tanta atención, sabrán que tendrán ese momento para poder desahogarse con nosotros.

El agendar actividades divertidas para el fin de semana con un poco de anticipación, también le da a toda la familia algo divertido que esperar.

En conclusión,

creo que estos meses de pandemia están creando resiliencia en nosotros y en nuestros hijos, aunque ahorita no lo veamos, ya que como bien dice Meghan, “nadie realmente se puede dar cuenta mientras está sucediendo”.

Muchas gracias a Meghan Leahy por sus valiosas recomendaciones. Su libro se llama “Parenting outside the lines” y se los recomiendo mucho, chéquenlo aquí:

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